Rezar y rezar mas!

XXIX Domingo “C: Lucas 18, 1-8 En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola: "En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: 'Hazme justicia contra mi adversario'. Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: 'Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando' ". Dicho esto, Jesús comentó: "Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen ustedes que encontrará fe sobre la tierra?"
La necesidad de orar. Sabemos muy bien la necesidad de orar, debemos orar por las cosas grandes: como la enfermedad, la migración, la muerte. Pero también es bueno orar por las cosas pequeñas: la comida, el tráfico, un examen en la escuela, una novia. Yo creo que nosotros sabemos la importancia de rezar, pero como dice el evangelio de hoy, la segunda parte – siempre, sin desfallecer. Pienso que las veces que no conseguimos lo que pedimos es porque no hemos orado siempre, que hemos fallecido en alguna manera. La primera lectura de hoy de Éxodo es un buen ejemplo de oración. Moisés y los Israelitas estaban en una batalla. ¿Cuántas veces en nuestras vidas estamos batallando? Batallas en la familia, con uno de sus hijos o sus papas. Batallas en el trabajo con los patrones o con otro empleado. Batallas de salud, de escuela, con la migración, los vecinos. Yo creo que la palabra batalla está muy bien porque en nuestras vidas tenemos muchas batallas, batallas pequeñas o diarias como yo siempre estoy batallando con mi celular. No sé qué hacer para que no suena cuando estoy celebrando misa. En la lectura dice que los Israelitas estaban en batalla contra los Amalecitas. ¿Y que hacia Moisés? Pues rezaba. Como nosotros rezamos cuando estamos en la batalla de la vida. Se simboliza su oración de que Moisés tenían los brazos en alto. Y cuando rezaba, los Israelitas ganaba la batalla. Pero bajando… perdieron. Como he dicho nosotros rezamos y rezamos, pero nos cansamos. Rezamos, pero no es suficiente. Y perdemos o no conseguimos lo que queremos. ¿Entonces que hacía Moisés? Pues el pidió ayuda, Aaron y Jur ayudaron a Moisés a rezar, a levantar los brazos. Y con ayuda los israelitas no solamente ganaron la batalla, pero también ganaron la guerra, eran victoriosos. ¿Pero qué significa esto en práctica para nosotros? ¿Significa que rezando es levantando los brazos? Y de pedir que alguien reza con nosotros nos ayudan a sostener los brazos. No, por supuesto no. Podemos levantar nuestros brazos a rezar, pero también podemos rezar con los brazos bajados. No pedir que alguien reza con nosotros esta tan fácil como mandar un texto, o llamar a alguien. Estoy enfermo, estoy preocupado, voy a viajar, voy a comprar algo, etc. Etc. ¿Puedes rezar conmigo? Muchas veces la gente dice, “Yo no tengo que ir a la iglesia a rezar.” Y es cierto, podemos rezar en cualquier lugar, pero… cuando vayamos a misa tenemos gente que nos ayuden a rezar. Cuando voy a misa quizás estoy cansado, pero hay otras conmigo rezando por mí. Quizás yo voy a misa y estoy quemando con el espíritu Santo. Mi oración es ardiendo. Pues yo estoy rezando por los que son tibias en este momento. Nosotros los católicos rezamos en comunión, porque, es necesario para nosotros. Ahora, si oramos, oramos siempre sin desfallecer y cuando estamos cansados pidamos que los demás rezan con nosotros siempre conseguimos lo que queremos, exactamente como lo queremos y cuando lo queremos. ¿Recibimos exactamente lo que queremos? No, por supuesto no. Tenemos que recordar que la parábola es una parábola. ¿Qué es una parábola? Solamente es una historia un cuento. Por supuesto nosotros estamos como la pobre viuda, pero Dios no es como el juez. Dios no es un juez injusto, porque el siempre esta justo con nosotros, aunque las veces que no lo merecemos incluso cuando no estamos orando. El error es que muchas veces entendemos la parábola como una manera de conseguir exactamente lo que queremos. Y este no es la oración. Este es el niño de 5 anos en la tienda con su mama, gritando, “yo quiero esto” y empieza a llora hasta que su mama da lo que esta pidiendo. Orando siempre sin desfallecer no es para cambiar la mente de Dios, es para cambiar nuestras mentes. Es para que nosotros seamos más fieles a la palabra. Tenemos que rezar mucho no porque Dios esta sordo, sino nosotros estamos sordos. La oración no es para cambiar Dios, es para cambiar nosotros. Yo he rezado mucho por diferentes cosas y no he conseguido lo que quiero. Pero yo creo que la sabiduría de Dios es más grande que mi sabiduría. Por eso tengo rezar mucho para poder entender la voluntad Dios. Entonces vamos a seguir orando siempre, sin desfallecer. Hasta que Dios puede nos convence hacer su voluntad.

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