PONTE EN MARCHA

XIV Domingo c Lucas 10, 1-9 En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’”.
El Evangelio de hoy es el envío de los 72 discípulos. No se trata de los 12, sino de otro grupo de discípulos. Muchas veces pensamos que este Evangelio está dirigido a los misioneros. Religiosos y sacerdotes, especialmente los que son enviados a tierras extranjeras. Nada más lejos de la realidad. Como dije, no está dirigido a los 12 sino a otro gran grupo de discípulos a los que envía para colaborar con él en su plan del Reino de Dios. Está dirigido a todos nosotros, todos somos enviados como misioneros. "Ponte en marcha" Aunque lo olvidemos una y otra vez, la Iglesia está marcada por el envío de Jesús. Ser iglesia no se trata de cuidar los edificios ni solo preocuparse por los que entran por las puertas el domingo por la mañana. La Iglesia Católica no es una institución fundada para cuidar y desarrollar su propia religión. La Iglesia es un movimiento profético que sale de sí mismo, venimos a la Iglesia para ser alimentados por la palabra y el sacramento, pero siempre somos enviados: "La Iglesia no está para sí misma, sino para la humanidad" (Benedicto XVI). No podemos ser una Iglesia rígida, estancada, encerrada en sí misma, sin profetas ni anunciadores del Evangelio. Siempre hay que salir y, como ha dicho una y otra vez el Papa Francisco, hay que ser una Iglesia que va a los márgenes. Lo que significa que tenemos que ir a aquellas personas que han sido excluidas de la Iglesia. Los que son excluidos o, peor aún, aquellos a quienes se les ha dicho que no hay lugar para ellos en la iglesia. A lo largo de nuestros 2000 años, siempre han sido los pobres, las viudas y los huérfanos. Pero en el siglo XXI son los divorciados, la comunidad LGBTQ+. Es el pueblo para el que la Iglesia ha perdido sentido. Como iglesia debemos descubrir la manera de "salir" hacia ellos. No podemos estar dentro de la Iglesia y preguntarnos por qué la gente pasa por la puerta, no, debemos salir por las puertas, por supuesto que debemos invitar a la gente a entrar, pero también debemos ser Iglesia fuera de los muros. "Cuando entras en un pueblo... sana a los enfermos y diganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’ Cuando salimos de nuestras iglesias, ¿qué es lo que proclamamos? "¡El Reino de Dios está cerca! ¡Esta es la gran noticia! ¿Qué significa decir que el reino de Dios se ha acercado? Significa que el Reino está aquí, en medio de nosotros. No tenemos que esperar más. Tenemos que ayudar el pueblo de sentir que Dios esta cerca. Dios está cerca de nosotros, animándonos a hacer la vida más humana, más real. ¡Pero no basta con decir esto! Debemos revisar nuestras acciones y preguntarnos, ¿qué podemos hacer para ayudar a las personas a sentir que Dios está presente, vivo y nuevo? ¿Qué puede llevar a las personas hoy al Evangelio, cómo pueden percibir a Dios como algo nuevo y bueno? ¡Cura a los enfermos! Así es como proclamamos que Dios está cerca. Ahora desearía tener el poder de curar a los enfermos, pero lo que creo que esto significa para mí es estar cerca de los enfermos, de los necesitados, de los pobres, de nuevo de los marginados. Tal vez no pueda sanar a los enfermos, pero pueda visitarlos. No puedo resucitar a los muertos, pero pueda consolar a los que han perdido a un ser querido. No Pueda alimentar a todos los hambrientos, pero pueda compartir un pedazo de pan con alguien que lo pida. Todas estas actividades proclaman que el reino de Dios está cerca, que está presente. Proclamar que el reino de Dios está cerca no se trata de predicar sermones desde el altar. Debemos aprender a escuchar más, a acoger, a estar más presentes, a sanar la vida de los que sufren... sólo así encontraremos palabras humildes y buenas que nos acerquen a ese Jesús cuya insondable ternura nos pone en contacto con Dios, el Buen Padre de todos. "Cuando entres en una casa, digan primero: 'Paz a esta casa'". Me gusta la línea, come y bebe lo que te ofrecen, ¡porque la comida en México es tan buena! Llevaré tacos, enchiladas, tamales, carnitas, barbacoa cualquier día. Pero realmente lo que creo que Jesús está diciendo es que proclamamos el evangelio con total respeto, con una actitud amistosa y fraternal. Esto es difundir la paz. Es un error tratar de imponerla desde la superioridad, la amenaza o el resentimiento. Es antievangélico tratar a las personas sin amor solo porque no aceptan nuestro mensaje o porque son diferentes a nosotros. Si imponemos la palabra de Dios a la gente, ellos rechazarán el mensaje. Las personas tienen que sentir que se les entiende. La paz significa que no comenzamos predicando juicio, sino predicando las Buenas Nuevas como Buenas Nuevas.

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