Jesus Profeta!

XIV Domingo "B" Marcos 6:1-6 En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: "¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?" Y estaban desconcertados. Pero Jesús les dijo: "Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa". Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos. El evangelio de hoy me hace sentir muy bien porque no estoy predicando en mi lugar de origen. Soy extranjero, y aunque tengo residencia legal nadie va a pensar que soy mexicano nativo, especialmente después de que comencé a predicar. Pero obviamente el evangelio no se trata de mí. Se trata de Jesús, Jesús es el profeta y Jesús es enviado a predicar, a predicar a todos nosotros. No solemos pensar en Jesús como profeta. Pensamos en el profeta Mahoma o en Juan el bautista. Pensamos en profeta como personas que anuncian el futuro, como los videntes en Chapultepec, o los lectores de tarjetas en la Zona Rosa que prometen decirte cuál será tu futuro. Preferimos títulos para Jesús como sacerdote o rey, hijo de Dios, u otros que parezcan honrar a Jesús de manera más apropiada. Pero Jesús era en realidad un profeta. Fue rey y sacerdote, pero también profeta. Así lo veían los hombres de su tiempo, sus conciudadanos en el Evangelio de hoy, "profeta de palabra y de obra" es como se referían a él sus discípulos en el camino de Emaús. Jesús era de hecho sacerdote y rey, pero también era un profeta, por lo que necesitamos entender lo que significa llamar a Jesús un profeta. Un profeta bíblico es aquel que habla a la gente en nombre de Dios. Él llama a la gente al arrepentimiento mientras les ayuda a mirar hacia el futuro. Los profetas llaman a la conversión de los corazones hoy en día, por eso muchas veces no son aceptados o no son bien queridos. Las Escrituras Hebreas están llenas de historias de profetas que perdieron la vida, o recuerden a Juan el Bautista que perdió la cabeza por decir la verdad. Jesús fue verdaderamente un profeta y realizó acciones proféticas, comiendo con marginados, recaudadores de impuestos y prostitutas. Entró en Jerusalén montado en un burro, limpió el templo de las monedas y lavó los pies de sus discípulos. Jesús fue un profeta en las palabras que pronunció, pero también en la forma en que llevó su vida. En la segunda lectura, Pablo habla de su vocación profética. Se regocija de conocer el poder de Dios en su debilidad. Es su debilidad la que lo hace fuerte y le permite dar testimonio profético del Evangelio. Si esto es lo que es un profeta, entonces tal vez yo sea un profeta. Tal vez en mi debilidad pueda dar testimonio del Evangelio. Pero si yo soy profeta, todos ustedes son profetas también. En 35 años creo que he hecho cosas proféticas, he predicado el Evangelio, he aprendido nuevos idiomas, he ido a vivir y ministrar en lugares que otros tal vez no hayan sentido como "buenos lugares para vivir". He dicho la verdad, tanto dentro como fuera de la Iglesia, y probablemente he recibido más rechazo desde dentro que desde fuera. Pero en 35 años no solo he sido profeta, sino que también se me ha profetizado. Ustedes me han predicado el evangelio. En 35 años he sido bienvenido en muchos hogares. La gente me ha dado testimonio de su fe una u otra vez. He sido tocado por tantas personas en su vivencia del Evangelio, esto es lo que me ha sostenido y me ha traído hasta el día de hoy. No sé cuántos años más me quedan, pero si son tan maravillosos como los primeros 35 años, ¡estoy listo!

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