!Ven Espiritu Santo!

PENTECOSTÉS Juan 20, 19-23 Hoy celebramos la fiesta de Pentecostés. El nacimiento de la Iglesia. Cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en el aposento alto. Las puertas estaban cerradas debido a su miedo y el Espíritu Santo descendió y ellos abrieron estas puertas y salieron de esa habitación y comenzaron a vivir su fe, comenzaron a compartir su fe. Lucas pinta una poderosa historia de este increíble evento en la primera lectura de hoy. Sucede en la fiesta de Pentecostés, 50 días después de la resurrección. Viento fuerte y lenguas de fuego y los discípulos hablando en tantos idiomas diferentes. Juan también cuenta la historia en su Evangelio. Aquí es el día de la Resurrección, Jesús todavía está con los discípulos y los envía a proclamar el perdón de los pecados. Alguien podría preguntarse, ¿qué historia es más correcta? ¿Qué pasó realmente? ¿Vino el Espíritu Santo el Domingo de Pascua o 50 días después? ¿Hubo vientos fuertes o no? ¿Qué pasa con esas lenguas de fuego? ¡La respuesta obviamente es sí! El Espíritu Santo descendió sobre los discípulos el día de la resurrección, y descendió sobre ellos en el día de Pentecostés. La cosa es que el Espíritu no vino una sola vez en el pasado, el Espíritu viene continuamente. Lo que celebramos hoy no es un evento que sucedió en el pasado. El Espíritu Santo continúa descendiendo sobre nosotros y enviándonos otra vez. La primera lectura menciona 13 grupos lingüísticos diferentes y dice que cada uno escuchó el evangelio en su propio idioma. Fue lo contrario de Babel. En lugar de estar dividido, el pueblo ahora estaba unido. Unidos por un idioma común. Unidad en medio de la diversidad. Un signo de la presencia del Espíritu Santo en la comunidad es la solidaridad. Estamos unidos como uno solo. Es la unidad que hemos escuchado proclamar en la segunda lectura de 1 Corintios para hoy. Muchos dones, pero un solo espíritu. Es el Espíritu el que nos une como uno. Ni el idioma, ni el partido político, ni la nacionalidad, sino el Espíritu. El Espíritu también trajo valor. En ambas historias, los discípulos tenían miedo, pero cuando recibieron el Espíritu Santo se llenaron de valor, las puertas se abrieron, las ventanas se abrieron, los discípulos dejaron la seguridad de su habitación y comenzaron a vivir el evangelio, compartieron su fe. Sí, celebremos hoy. Recordamos lo que sucedió en ese aposento alto cuando el Espíritu descendió sobre los Apóstoles, pero también celebramos hoy y pedimos que el Espíritu Santo descienda sobre nosotros hoy. Necesitamos estos dones de unidad hoy, la iglesia todavía está dividida. No solo entre protestantes y católicos, sino que dentro de la Iglesia católica conocemos divisiones: liberales y conservadores, de derecha e izquierda, los que están con el Papa Francisco y los que están en contra. Los que quieren mujeres sacerdotes y los que amenazan con irse si esto llegara a suceder. ¡Sí! ¡Necesitamos unidad en nuestra iglesia hoy, ahora mismo! ¡Necesitamos valentia hoy! Valentia para seguir viviendo el Evangelio y proclamar nuestra fe. No solo con los que están de acuerdo con nosotros, sino con todos. Necesitamos la valentia para hacer que nuestra iglesia sea más inclusiva, para llegar a aquellos que están en los márgenes y han sido excluidos durante demasiado tiempo. ¡Sí! ¡Necesitamos valentia para vivir el Evangelio hoy! En muchos sentidos, seguimos siendo una iglesia que espera al Espíritu Santo, encerrada en aposentos altos temerosos los unos de los otros y temerosos del mundo. Anhelamos los dones del Espíritu, el amante de los pobres, la luz de los corazones humanos, el guía bondadoso y el dador pródigo de dones, el abogado que alivia nuestras cargas, la luz en nuestras tinieblas, el fuego en nuestros corazones, el sanador de heridas y el perdonador de pecados. Señor, envía tu espíritu de nuevo y renueva la faz de esta tierra turbulenta. Ven Espíritu Santo. Despierta nuestra fe débil, pequeña y vacilante. Enséñanos a vivir confiando en el amor insondable de Dios nuestro Padre a todos sus hijos e hijas, estén dentro o fuera de tu Iglesia. Si se apaga esta fe en nuestros corazones, pronto morirá también en nuestras comunidades e iglesias. Ven Espíritu Santo. Haz que Jesús ocupe el centro de tu Iglesia. Que nada ni nadie lo suplante ni oscurezca. No vivas entre nosotros sin atraernos hacia su Evangelio y sin convertirnos a su seguimiento. Que no huyamos de su Palabra, ni nos desviemos de su mandato del amor. Que no se pierda en el mundo su memoria. Ven Espíritu Santo. Abre nuestros oídos para escuchar tus llamadas, las que nos llegan hoy, desde los interrogantes, sufrimientos, conflictos y contradicciones de los hombres y mujeres de nuestros días. Haznos vivir abiertos a tu poder para engendrar la fe nueva que necesita esta sociedad nueva. Que, en tu Iglesia, vivamos más atentos a lo que nace que a lo que muere, con el corazón sostenido por la esperanza y no minado por la nostalgia. Ven Espíritu Santo y purifica el corazón de tu Iglesia. Pon verdad entre nosotros. Enséñanos a reconocer nuestros pecados y limitaciones. Recuérdanos que somos como todos: frágiles, mediocres y pecadores. Libéranos de nuestra arrogancia y falsa seguridad. Haz que aprendamos a caminar entre los hombres con más verdad y humildad. Ven Espíritu Santo. Enséñanos a mirar de manera nueva la vida, el mundo y, sobre todo, a las personas. Que aprendamos a mirar como Jesús miraba a los que sufren, los que lloran, los que caen, los que viven solos y olvidados. Si cambia nuestra mirada, cambiará también el corazón y el rostro de tu Iglesia. Los discípulos de Jesús irradiaremos mejor su cercanía, su comprensión y solidaridad hacia los más necesitados. Nos pareceremos más a nuestro Maestro y Señor. Ven Espíritu Santo. Haz de nosotros una Iglesia de puertas abiertas, corazón compasivo y esperanza contagiosa. Que nada ni nadie nos distraiga o desvíe del proyecto de Jesús: hacer un mundo más justo y digno, más amable y dichoso, abriendo caminos al reino de Dios. José Antonio Pagola

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