¡acercate a Jesus!

VI Domingo “B” Marcos 1, 40-45 En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si tú quieres, puedes curarme”. Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: “¡Sí quiero: Sana!” Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio. Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: “No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”. Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes. Sé que todos recordamos
la época en que Covid era más peligrosa y mortal. No entendíamos la enfermedad, por lo que todos mantuvimos distancias unos de otros. Y si alguien daba positivo por Covid se suponía que debía ponerse en cuarentena. No como castigo, sino porque Covid era tan contagioso que era para asegurarse de que la enfermedad no se propagara. Fue una época triste y solitaria, una época en la que teníamos que mantener las distancias unos de otros y se suponía que no debíamos tocar a nadie. En tiempos de Jesús la gente también estaba preocupada por las enfermedades y los contagios. No entendían las enfermedades y obviamente no había vacunas. La primera lectura describe las reglas de la cuarentena y el hombre leproso del Evangelio estaba obligado a seguir las reglas. Las reglas de las Escrituras no se referían solo a la salud y la higiene y a asegurarse de que la enfermedad no se propagara; alguien que estaba enfermo de lepra era etiquetado como pecador e inmundo. Fueron separados de la comunidad hasta que mejoraron. Entonces, estar enfermo no sólo significaba que estabas separado de la comunidad sino también que eras un exiliado, ¡era un pecador! Jesús no vino para separar a las personas, sino para unirnos. Entonces, cuando este hombre se acercó a Jesús, Jesús no hizo lo que se suponía que debía hacer: “¡aléjate y guarda la regla de 1,5 metros!” ¡No, Jesús tocó al hombre! Recuerde que el hombre no sólo estaba enfermo, sino que estaba inmundo. Él estaba contaminado y todos deben mantener la distancia, ¡pero Jesús no! Jesús parece entender que el hombre no era contagioso. Sabía que si tocaba al hombre, no se enfermaría. Pero lo más importante es que el toque de Jesús fue devolver al hombre a la comunidad. ¡Con un toque Jesús le hace saber al hombre que no sólo no está enfermo, sino que tampoco es malo ni pecador! Puede regresar a la comunidad. Es interesante notar que el toque de Jesús restauró al hombre a la comunidad. Ya no estaba afuera sino dentro. No tenía que quedarse en las afueras de la ciudad, pero podía regresar al centro de la ciudad. Pero debido a que este hombre fue y les contó a todos lo que Jesús había hecho, Jesús ya no pudo entrar al centro de la ciudad, ¡sino que tuvo que quedarse en las afueras!

Comments