XV
Domingo “A”
16
de julio de 2017
Mateo
13, 1-9
Un día salió Jesús de la casa donde
se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta
gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la
gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en
parábolas y les dijo:
“Una vez salió un sembrador a
sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del
camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno
pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no
era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no
tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos
crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y
dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que
tenga oídos, que oiga”.
SEMBRAR
Yo soy tacaño, no voy a decir que soy de Monterrey, pero me duele mucho mi codo.
En Brasil tuvieron una expresión, mano de vaca. La vaca no puede dar nada
porque no tiene dedo pulgar, así soy yo. Me cuesta gastar dinero Siempre
pienso, “Quizás lo puedo encontrar mas barato, ¿realmente no lo necesito? ¿Qué
voy a ser si me acaba el dinero?”
Jesús
obviamente no tiene mano de vaca, el es bien generoso, súper generoso. El es el
sembrador que da la semilla generosamente a todos, y en todo lugar, sin juzgar,
sin pensar, este no vale la pena.
Al terminar el relato de
la parábola del sembrador, Jesús hace esta llamada: “El que tenga oídos para
oír, que oiga”. Se nos pide que prestemos mucha atención a la parábola. Pero,
¿en qué hemos de reflexionar? ¿En el sembrador? ¿En la semilla? ¿En los
diferentes terrenos?
Usualmente pensamos
solamente en la tierra. Tomamos el evangelio para revisar nuestras vidas y
preguntarnos, ¿Como es que yo recibo la semilla? ¿Como es que yo recibo la
palabra de Dios? Es bueno, sin embargo es importante prestar atención al
sembrador y a su modo de sembrar.
Es lo primero que dice
el relato: “Salió el sembrador a sembrar”. Lo hace con una confianza
sorprendente. Siembra de manera abundante. La semilla cae y cae por todas
partes, incluso donde parece difícil que la semilla pueda germinar. A la gente
no le es difícil identificar al sembrador. Así siembra Jesús su mensaje. Lo ven
salir todas las mañanas a anunciar la Buena Noticia de Dios. Siembra su Palabra
entre la gente sencilla que lo acoge, y también entre los escribas y fariseos
que lo rechazan. El siembra entre la gente muy bueno quienes practican su fe,
pero tambien siembra entre los pecadores, los pobres, los cojos, y paraliticos.
No hay nadie que esta excluida. En los ojos de Jesús todos tenemos valor.
Como he confesado soy
tacaño, con dinero y tambien as veces con la palabra de Dios. Antes de sembrar
pienso si ellos tiene valor, seria una perdicia sembrar entre ellos. ¿Como voy
a bautizar su bebe? Ellos nunca vienen a misa. ¿Como pueden ser padrinos, no
estan casados en la iglesia? ¿Porque voy a perder mi tiempo con ellos, son
homeless, no tienen educación? Confesando la verdad, as veces pienso que no voy
a hablar con ellos porque piensan diferente de mi, porque tiene ideas que no me
gustan. Ciertamente,
no es el momento de “cosechar” juzgando, sino de aprender a sembrar con generosidad,
de incluir todos en el reino de Dios.
El evangelio es
una parábola, que quiere decir que tiene muchas interpretaciones. Jesús, habla de los diferentes tipos de
tierra pero la verdad es que todos, todos somos de tierra buena y todos tiene
la posibilidad de dar fruto en abundancia.
Es bueno pensar en que
tipo de tierra somos nosotros, pero tambien es bueno pensar en que manera
estamos llamados de sembrar, de evangelizar. Evangellizar no es propagar una doctrina, sino hacer
presente en medio de la sociedad y en el corazón de las personas la fuerza de
la palabra de Jesús. Y esto no se puede hacer de cualquier manera. Tenemos que
ser generosos con la palabra de Dios. Lo
más importante no es el número de predicadores, catequistas y enseñantes de religión,
sino la calidad evangélica en que vivimos nuestras vidas. Entonces seamos
generosos. Compartimos con todos la alegria que tenemos en conocer Cristo
Jesus.
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