El hijo
pródigo, siempre se trata del Hijo Pródigo. Él es el nombre de la parábola, hay
imágenes famosas pintadas por Rembrandt de el, el es a quien se predican los
sermones, se escriben los libros y se cuentan las historias. Hay dos hijos en
la historia y ninguno es más importante que el otro. Por supuesto el hijo mayor
no quiere al pequeño, el recibió toda la atención.
La historia no
trata de ninguno de los dos hijos. La historia trata del Padre, del amor de un
padre por sus hijos, del amor misericordioso de Dios por cada uno de nosotros.
Si quieres saber qué significa ser un Redentorista, no tienes que ir más allá
del capítulo 15 de San Lucas. De eso se trata. Es por eso que San Alfonso fundó
los Redentoristas, pero lo más importante es que Dios envió a su hijo a la
tierra. Para decirnos cuánto Dios ama a cada uno de nosotros.
No hay una
parábola en el evangelio de hoy, hay tres: las monedas, las ovejas y los hijos.
Al igual que hay dos hijos, no hay una sola moneda perdida, hay 10 monedas; no
hay una sola oveja, hay 100 ovejas, y no hay solo el hijo pródigo, hay dos
hijos. El deseo de Dios es el mismo para todas las monedas, cada una de las
ovejas y para ambos hijos. Dios quiere que se encuentren. Dios no quiere que
nadie se pierda, Dios quiere que todos entren al banquete y sean parte de la
fiesta.
Yo vengo de una
familia de 8, obviamente una buena familia católica. Tengo 5 hermanas y dos
hermanos. Y si mi mamá y mi papá estuvieran aquí esta mañana y usted les
preguntara: "¿Quien es su favorito?" ¿Qué creen que dirían? Por supuesto,
dirían que los aman todos igual. Lo cual, por supuesto, no sería la verdad,
obviamente soy el favorito. Tengo hermanos y hermanas que han ganado más dinero
que yo. Tengo hermanos que tienen más educación que yo. Tengo hermanos que han
dado nietos a mis padres. Pero yo soy el único sacerdote. Yo fui al seminario a
los 13 años, aprendí otros idiomas para predicar el evangelio. He ido a lugares
de todo el mundo como misionero, puedo celebrar la Eucaristía y otros
sacramentos. ¿Qué padre no me querría a mi como su hijo? Tengo que ser su
favorito.
Sin broma, yo necesito
la ayuda de ustedes que son padres para entender la historia. La verdad es que solamente
si tienes hijos puedes entender la historia del hijo pródigo. El hermano mayor
debe haber sido como yo. No tuvo hijos. Si yo fuera el padre, no saldría
corriendo a encontrarme con el hijo. No le daría la bienvenida con los brazos
abiertos. No, me alegraría tenerlo de vuelta, pero esperaría en la puerta, no
con los brazos abiertos, sino con los brazos cruzados. Luego le sacudía el dedo
y aceptaba las disculpas y decía que era una buena idea. Puedes trabajar para
mi. Puedes vivir con los sirvientes y pagar qué es lo que me quitaste y luego
tal vez puedas regresar a la casa. Ahora comience pero salga a los campos.
¿Por qué el
padre acepta al hijo de vuelta con los brazos abiertos? Una vez más, ustedes
con niños tienen que ayudarme a entender esto. ¿Por qué llevarlo de vuelta?
(Pausa) Correcto por amor. Porque el padre ama al hijo y lo quiere en el
banquete. El padre nos ama y quiere que entremos al banquete.
El padre quiere
a los dos hijos en el banquete. El pastor quiere las 100 ovejas. La mujer
quiere las 10 monedas. Dios quiere a cada uno de nosotros, sin condiciones, sin
excepciones. Dios solo quiere que entremos, que sepamos que somos amados. Dios
quiere que aceptemos libremente el amor que nos da.
La historia del
hijo pródigo podría ser la mejor historia jamás escrita. Todas las buenas
historias nos dejan con ganas de más. Todas las buenas historias tienen un
suspenso. ¿Como termina la historia? ¿Dónde está el hijo mayor al final? Está
afuera, no sabemos si respondió a las súplicas de su padre. No sabemos si dijo
que sí a la solicitud de su padre. Eso es porque somos los que tenemos que
terminar la historia. Podemos decidir si el hijo mayor entra o no. Tenemos que
decidir si vamos a asistir al banquete la fiesta que Dios ofreció libremente, o
si vamos a quedar afuera. Digamos que sí. Entremos y disfrutemos del banquete
que Dios tiene para cada uno de nosotros.
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